Filo
Los organismos se clasifican en estas categorías en función de sus similitudes o características comunes. Algunas de las características que se utilizan para determinar la ubicación son el tipo de célula, la adquisición de nutrientes y la reproducción. Los dos tipos de células principales son las procariotas y las eucariotas.
Algunas clasificaciones más modernas abandonan el término «reino». Estas clasificaciones se basan en la cladística, que señala que los reinos en el sentido tradicional no son monofiléticos; es decir, no todos tienen un antepasado común.
La composición de la pared celular de estos organismos extremos les permite vivir en lugares muy inhóspitos, como fuentes termales y respiraderos hidrotermales. Las arqueas metanógenas también se encuentran en los intestinos de animales y seres humanos.
Estos organismos se consideran verdaderas bacterias y se clasifican en el ámbito de las bacterias. Las bacterias viven en casi todos los entornos y a menudo se asocian con enfermedades. Sin embargo, la mayoría de las bacterias no causan enfermedades.
Las bacterias son los principales organismos microscópicos que componen la microbiota humana. En el intestino humano, por ejemplo, hay más bacterias que células corporales. Las bacterias garantizan el funcionamiento normal de nuestro organismo.
Características de los hongos
Desde la antigüedad, los seres vivos se clasificaban como plantas o animales y Linneo mantuvo este sistema en su gran obra Systema Naturae del siglo XVIII, donde dividió la naturaleza en tres reinos: Regnum Animale (reino animal), Regnum Vegetabile (reino vegetal) y Regnum Lapideum (reino mineral). Este sistema no pretendía reflejar las relaciones naturales entre los organismos vivos, ya que Linneo era cristiano y creía que todas las formas de vida habían sido creadas por separado por Dios mismo, al igual que en la actualidad, sino que fue creado para facilitar el estudio de los seres vivos.
Cuando Antoine van Leeuwenhoek descubrió los primeros organismos unicelulares en 1674, los situó en uno de los dos reinos de seres vivos, según sus características. Así permaneció hasta 1866, cuando Ernst Haeckel propuso un tercer reino de la vida, al que llamó Protista, e incluyó en él a todos los organismos unicelulares.
Posteriormente, el desarrollo de la microscopía óptica y electrónica mostró importantes diferencias en las células, principalmente en función de la presencia o ausencia de un núcleo diferenciado, lo que llevó a Édouard Chatton a distinguir los organismos en procariotas (sin núcleo diferenciado) y eucariotas (con núcleo diferenciado) en un artículo de 1925. Basándose en él, Copeland propuso un sistema de cuatro reinos, trasladando los organismos procariotas, las bacterias y las «algas verdeazuladas», al reino Monera. La idea de una clasificación por encima de los reinos surgió en esta época y así la vida se separó en dos imperios o superreinos, Procariota (Monera) y Eucariota (Protista, Plantae, Animalia).
Metazoos
A menudo hablamos descuidadamente de «algas» o «protistas» en estas páginas cuando consideramos, en contadas ocasiones, a los eucariotas unicelulares. Por mi parte, doy poca importancia a la sistemática biológica o a la taxonomía en sí, porque me interesa más saber cómo se desenvuelven los seres vivos que clasificarlos en distintos cajones. Por eso me limito sobre todo a los nombres de las pequeñas cosas tal como fueron bautizadas según la nomenclatura binomial de Linneo, y menciono entre paréntesis su filiación sistemática/taxonómica, las etiquetas de los cajones.
Sin embargo, de vez en cuando tropiezo con la sistemática biológica, más recientemente con un diagrama en la entrada de Wikipedia para Protozoa, y que se muestra aquí como figura. Se trata de una ilustración, una lámina III impresa en color por separado, de un artículo titulado «On the distinctions of a plant and an animal and on a fourth kingdom of Nature» («Sobre las distinciones entre planta y animal y sobre un cuarto reino de la Naturaleza») del abogado y naturalista británico John Hogg (1800-1869). El artículo se publicó hace 160 años en la revista trimestral (ya desaparecida) The Edinburgh New Philosophical Journal. Aunque abogado de profesión y no académico, John Hogg, MA (Cantab), era un científico de renombre: miembro de la venerable Linnean Society (fundada en 1788) y admitido en la Royal Society en 1839, el mismo año que Charles Darwin, que entonces tenía 30 años y apenas 3 años después de su viaje de cinco años con el «HMS Beagle». Probablemente más que una coincidencia, el artículo de Hogg con el diagrama se publicó en 1860, mientras que El origen de las especies de Charles Darwin se publicó el año anterior (menciono esto para esbozar brevemente el contexto científico en el que debe considerarse la obra de John Hogg).
Reinos de vida
El sistema de clasificación biológica de la vida introducido por el zoólogo británico Thomas Cavalier-Smith consiste en la ordenación sistemática de todas las formas de vida en la Tierra. Siguiendo y mejorando los sistemas de clasificación introducidos por Carl Linnaeus, Ernst Haeckel, Robert Whittaker y Carl Woese, la clasificación de Cavalier-Smith intenta incorporar los últimos avances en taxonomía[1][2] Su clasificación ha sido una base importante en la taxonomía moderna, en particular con las revisiones y reorganizaciones de los reinos y filos[cita requerida].
Cavalier-Smith ha publicado numerosos trabajos sobre la clasificación de los protistas. Una de sus mayores contribuciones a la biología fue su propuesta de un nuevo reino de la vida: el Chromista, aunque la utilidad de la agrupación es cuestionable dado que generalmente se acepta que es una agrupación arbitraria (polifilética) de taxones. También propuso que todos los chromista y alveolata compartían el mismo ancestro común, afirmación refutada posteriormente por estudios de pruebas morfológicas y moleculares realizados por otros laboratorios. A este nuevo grupo lo denominó cromalveolados. También propuso y nombró muchos otros taxones de alto rango, como Opisthokonta (1987), Rhizaria (2002) y Excavata (2002), aunque él mismo no incluye sistemáticamente Opisthonkonta como taxón formal en sus esquemas. Junto con Chromalveolata, Amoebozoa (modificó su descripción en 1998) y Archaeplastida (que denominó Plantae desde 1981), los seis constituyeron la base de la taxonomía de los eucariotas a mediados de la década de 2000. También ha publicado prodigiosamente sobre cuestiones como el origen de diversos orgánulos celulares (incluidos el núcleo y las mitocondrias), la evolución del tamaño del genoma y la endosimbiosis. Aunque bastante conocidas, muchas de sus afirmaciones han sido controvertidas y hasta la fecha no han obtenido una aceptación generalizada en la comunidad científica. Más recientemente, ha publicado un artículo en el que cita la parafilia de su reino bacteriano, el origen de Neomura a partir de Actinobacteria y la taxonomía de los procariotas.